Origen social, sobrecualificación y la paradoja de Bourdieu

 

JOSÉ SATURNINO MARTÍNEZ GARCÍA
Universidad de La Laguna

En el reciente artículo académico Sobrecualificación de los titulados universitarios y movilidad social he indagado en las relaciones entre sobrecualificación y origen social. La pregunta a responder era saber si el origen social es importante en la inserción laboral de los titulados universitarios, en el sentido de que consiguen un trabajo acorde a su titulación, o si por el contrario trabajan en empleos de menor cualificación, es decir, si están sobrecualificados. Cuando comencé la investigación esperaba encontrar un fuerte efecto del origen social sobre la probabilidad de estar sobrecualificado. Tenía en mente las ideas de uno de los sociólogos más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, Pierre Bourdieu. Para él, vivimos en un mundo en el que las posiciones sociales se ofrecen teóricamente según el criterio de igualdad de oportunidades, pero en la práctica, las familias de alta posición social, bajo esta apariencia de universalismo y equidad, consiguen reproducir en la siguiente generación sus posiciones sociales. La escuela no sería más que una forma de dar legitimidad a la reproducción social, una alquimia por la que posición social se convierte aparentemente en mérito individual, y el mérito pasa a ser el criterio legítimo para ocupar una determinada posición social. El Gráfico 1 apoya esta hipótesis, pues los hijos de personas con estudios superiores (universidad, FP 2 o CSFP), llegan a la universidad en un 70%, mientras que si el padre no tiene estudios, se quedan en el 22,0%. Se discute si esta relación se ha mantenido constante en el tiempo o ha disminuido, y quizá España sea una excepción en el sentido de que posiblemente ha aumentado la desigualdad de oportunidades.

Gráfico 1. Porcentaje de personas con título universitario, según nivel de estudios del padre

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Fuente: Población ocupada entre 25 y 65 años en los microdatos de PIAAC (OCDE 2012)

Pero el objetivo de mi investigación era más específico: saber si una vez que todos han alcanzado la misma titulación, el mercado de trabajo los trata en igualdad de condiciones, o por el contrario, todavía se nota el origen social. El indicador de trato del origen social en el mercado de trabajo que tomé fue la sobrecualificación, un indicador complejo de medir. Hay por lo menos tres familias de mediciones estándar. Por un lado la “objetiva”: se tiene en cuenta qué permite hacer el título y cuáles son los requerimientos del puesto de trabajo, y a partir del desajuste entre ambas definiciones, se decide si la persona está sobrecualificada. Por otro lado, la subjetiva: se le pregunta directamente a los entrevistados si consideran que están sobrecualificados. Por último, está la sobrecualificación estadística, que tiene en cuenta el nivel medio educativo de quienes ocupan un puesto de trabajo, y a partir de ahí compara si una persona está muy por debajo del promedio de su puesto de trabajo. Además, PIAAC (conocido como el PISA de adultos) permite innovar en otras formas de medir la sobrecualificación, según competencias y no solo titulación, como es más habitual. Las diferentes formas de medir la sobrecualificación suelen arrojar datos diferentes, por lo que todo apunta a que miden aspectos diferentes del mundo laboral y educativo.

La hipótesis más netamente bourdiana  es considerar que, una vez finalizada la universidad, el origen social se sigue notando a la hora de buscar trabajo. Los datos dan la razón a Bourdieu cuando hablamos de sobrecualificación objetiva y subjetiva, pero no a las estadísticas, ya sea basadas en el nivel de estudios o en las competencias. Las diferencias entre origen social alto y bajo son de unos 10 puntos porcentuales, como se observa en el Gráfico 2.

Gráfico 2. Porcentaje de ocupados en sobrecualificación  (objetiva y subjetiva)
según el nivel de estudios del padre

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Fuente: Población ocupada entre 25 y 65 años en los microdatos de PIAAC (OCDE 2012)

Las diferencias distan de ser tan grandes como las que veíamos en el acceso a la universidad, y los resultados no son del todo concluyentes al variar, según cómo midamos la sobrecualificación. Quedan pues, cuestiones por investigar, así como explorar explicaciones más detalladas, como la influencia de la rama de estudios (humanidades, ingenierías, etc…) o el tipo de competencias no académicas que se exigen en los puestos de trabajo, como capacidad de liderazgo, influencia o autonomía. En este sentido, en el citado artículo realizo una primera exploración  y parece que las personas de origen social bajo puntúan de forma más alta en estas competencias “blandas”. Esto se podría explicar por la sobre-selección a la que están sometidos: son tan pocos los que llegan a la universidad que tienen más aptitudes no estrictamente académicas. Como el propio Bourdieu, que era de clase media baja rural. Podríamos hablar pues, de la paradoja de Bourdieu, en el sentido de las personas de clases populares que llegan a la universidad tienen más características asociadas al éxito profesional que las estrictamente académicas.


* Esta investigación ha contado con apoyo técnico y económico del INEE. Se ha desarrollado en el contexto de la red INCASI, con fondos de Horizon 2020 de la UE (Marie Skłodowska-Curie GA No 691004) y coordinado por Dr. Pedro López-Roldán y del proyecto CIEDES, dirigido por Olga Salido (CSO 2011-30179-C02-01 del Ministerio de Ciencia e Innovación). Las instituciones financiadoras no se responsabilizan de las opiniones aquí expresadas.